La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es la principal causa de la ceguera en la población anciana.
Clásicamente la DMAE se ha clasificado en dos grandes grupos; DMAE Atrófica o Seca y DMAE Neovascular o Exudativa.
La primera (variedad seca), caracterizada por la presencia de drusas (pequeñas acumulaciones de material extracelular de color amarillo que se deposita en la retina), alteraciones pigmentarias y parches de atrofia corioretiniana que confluyen, en la etapa mas avanzada de la enfermedad, formando una placa geográfica.
El dato fundamental de la variedad atrófica son las drusas. Hay que tener en cuenta que la presencia de drusas pequeñas aisladas constituye un hallazgo frecuente en los mayores de 50 años y no se considera enfermedad.
La segunda (variedad húmeda), esta caracterizada por la presencia de neovasos coroideos. La relación aproximada entre lesiones neovasculares (forma húmeda o exudativa) y la seca o atrófica es de 2 a 1, contrastando con la creencia de que la forma atrófica es la más frecuente.
>En pacientes con DMAE atófica, en el Lutein Antioxidan Supplementation Tial (LAST), la luteína aumentaba en un 40% la densidad óptica de los pigmentos maculares y mejoraba varias pruebas funcionales visuales13.
En la fase inicial de la enfermedad, definida como DMAE precoz con pequeña lesión (drusas pequeñas) o intermedias y alteraciones pigmentarias, se aconseja una dieta rica en zeaxantina y luteína Otras de las recomendaciones dietéticas son los ácidos grasos polinsaturados de cadena larga de la familia del omega 3.
Los casos de DMAE intermedia o de DMAE avanzada en uno de los ojos, el estudio AREDS 1 encontró un claro beneficio con el uso de suplementos nutricionales que redujeron en un 25% el riesgo de progresión a formas avanzadas9.
La DMAE es una enfermedad que afecta de forma desvastadora a la visión, reduciendo decisivamente la calidad de vida de los pacientes y con un impacto socioeconómico de enorme magnitud. No existe, en el momento actual, un tratamiento curativo de la enfermedad, aunque los antiangiogénicos se han mostrado eficaces en el control de los síntomas de la neovascularización. Por tanto el consejo mas aceptado actualmente, es una suplementación muy rica en luteína y zeaxantina que frena o retrasa la evolución de esta enfermedad o como coadyuvante de los tratamientos antiagiogénicos.
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